Narrar conocimientos para salvaguardar el ambiente

Por Víctor J Falcón Borges

Narrar conocimientos, asegurándonos de que estén sustentados y actualizados, representa la opción obvia para mejorar el comportamiento de nuestra sociedad hacia el ambiente.

«La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla

Gabriel García Márquez

Si aplicamos CUATRO ESTRATEGIAS PERSONALES: 1- focalizar mi energía; 2- manejar mi mente; 3- narrar conocimientos y 4- crear hábitos automáticos  para recuperar el ambiente, las cuales toman en cuenta e integran las leyes de la energía del universo en nosotros, podremos contribuir a su rápida recuperación y proteger la vida.

 

Intercambiar soluciones con efectividad.

Enfocar nuestras acciones en lo que pueda producir efectividad para resolver la crisis ambiental y canalizar nuestra energía mental para encontrar soluciones más conscientes ante la realidad existente, requiere, además de aprenderlas, compartirlas con los demás para fortalecer su aceptación colectiva; es el esfuerzo personal para poder transferir la energía con nuestro estilo y forma personal de ser a la sociedad.

Yuval N. Harari, en su libro “Sapiens” plantea que el conocimiento acumulado de la humanidad es la base de nuestra realidad objetiva, aunque nos motivamos mayormente con la realidad imaginaria, el soporte evolutivo que nos ha dado la flexibilidad para sobrellevar y adaptarnos a las cambiantes circunstancias: las instituciones, los límites entre los países, el dinero, los patrones de comportamiento social… y mil cosas más las concebimos así.

Podemos, por ejemplo, comparar la situación ambiental con la de un «polder», los terrenos de cultivo arrebatados al mar en Holanda donde la supervivencia de todos depende de cada uno de los ciudadanos independientemente de su estatus social, político o económico; si un dique se revienta o las bombas dejan de funcionar el «polder» y sus ciudadanos desaparecen (Tomado de «Colapso» de Jared Diamond).

Aprender a transferir nuestra energía personal al colectivo usando mensajes que generen confianza es una habilidad clave.

¿Impartir conocimientos o contar cuentos?

Hemos evolucionado a lo largo del tiempo con expectativas, una teoría que se basa en el contagio de las ideas en forma de historias (el relato) y la generación de nuevas historias por ese contagio; según lo expresa el psicólogo Roger Schank, “los humanos no estamos idealmente preparados para entender la lógica; estamos idealmente preparados para entender historias”.

Robert Shiller, Nobel de Economía 2013 en su obra, Economía Narrativa, profundiza en lo anterior: “Las creencias compartidas por gran parte de la población terminan siendo aceptadas por la sociedad cuando se fija la atención en ellas y se vuelven parte de la realidad colectiva”.

Para resolver la crisis del ambiente y difundir las ideas que requiere la colectividad para recuperarlo, usar narrativas, asegurándonos de que estén sustentadas en conocimientos actualizados, representa la opción obvia para mejorar el comportamiento de la sociedad hacia su ambiente.

Narrativas con vivencias que nos emocionen.

El símbolo de la etiqueta masculina, la corbata, originado de un pañuelo croata, perdura por más de cinco siglos gracias a su acogida social. El refinamiento personal aceptado por la alta sociedad a finales del siglo XVIII de la Casa de Habsburgo austríaca permaneció durante el romanticismo francés, llegó a México y perduró por siglo y medio.

Las creencias sustentadas en el cuidado de las apariencias y su narrativa eran las que sobresalían, aunque no existían referencias para la higiene personal: el Palacio de Versalles, hogar de María Antonieta de la Casa de Habsburgo, no disponía de instalaciones sanitarias; el retrete (o inodoro) llegó a la sociedad a finales del siglo XIX, época en que Louis Pasteur convenció al mundo de la existencia y repercusión de los microorganismos.

La prevalencia de un criterio particular compartido por un grupo de personas fortalece la posibilidad de acogerlo colectivamente; la emoción de lucir bien y estar a la moda, usar el artefacto de última generación, sentirse importante y ser parte de una sociedad actualizada, refuerzan tales creencias las cuales se difunden como narrativas en el colectivo…

…y también funcionan cuando nos visualizamos como actores clave en la recuperación del ambiente para disfrutar de un entorno saludable y seguro.

Narrativas y realidades cargadas de conocimientos.

La civilización humana está cosechando las consecuencias del maltrato al ambiente cuando, para desarrollar la economía, incorpora los combustibles fósiles y utiliza los recursos naturales sin control.

Hoy se requiere reformular todos los procesos económicos que nos garantizan la alimentación, la producción industrial, el transporte, la salud, la educación, el empleo, entre otros.

Torcimos el curso de la evolución al no tomar en cuenta los límites de los procesos que instauró el Universo en el ecosistema. La resentida naturaleza nos exige ahora retomar el curso natural de la evolución humana, cambiando radicalmente nuestro estilo de vida.

Narrativas… portadoras de energía.

Respetar las leyes de la energía es la guía por seguir y narrarlas de forma entendible para la mayoría de la población; es la clave para que se asuman en la práctica: Cuidar el ambiente es utilizar las tecnologías más eficaces y hacer nuestro mejor esfuerzo colectivo para operarlas sin dañarlo.

Crear narrativas conscientes, pues contienen los conocimientos que pueden generar efectividad de nuestras acciones para revitalizar el ambiente… y que nos motiven a actuar:

 

  • Uso de energías renovables y de solo lo que el ecosistema sabe reciclar; y de lo no-reciclable que, por necesitarlo, requiere que lo convirtamos en algo útil con el aporte de nuestra energía personal.
  • Protección del hábitat y la biodiversidad, los integrantes que manejan la energía del sistema general de la vida: la cadena alimentaria y la funcionalidad del ecosistema.
  • Como cazadores-recolectores, permitir en los sistemas naturales los ciclos que requieren para su renovación, el reciclaje de energía que nos garantiza la disponibilidad de alimentos que necesitamos.

Las narrativas que nos generan emociones son también una fuente de energía vital para cuidar el ambiente; es aprender a hacer uso de la energía del inconsciente colectivo y actuar con inteligencia emocional cuando creamos expectativas de que el mundo futuro puede ser mejor con nuestro esfuerzo personal y colectivo.

Contar historias cargadas de conocimientos con el sentimiento y la convicción de que tendremos éxito y de que realizamos algo muy importante para vivir y hacerlo con calidad… es la energía impulsora con la que nuestra especie revitalizará el ambiente.

«Las narrativas económicas demuestran cómo las historias populares cambian a lo largo del tiempo y afectan a los resultados económicos, incluidas no solo las recesiones y las depresiones, sino también otros importantes fenómenos económicos.»

Robert Shiller

Economía Narrativa

 

Escrito por

Víctor José Falcón Borges

El Don de la Energía

www.eldondelaenergia.com

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Del autor

Víctor José Falcón Borges

BChem, BEng (Chem), MEng (BioChem), MBA, AMIChemE

Soy Víctor José Falcón Borges, profesional de la química, ingeniería química y bioquímica y administración de empresas, docente de pre y posgrado, con experiencia en ciencias gerenciales y negocios, pero también un amante la naturaleza, la vida y la familia.

Por más de 40 años me he dedicado de forma sostenida a la consultoría gerencial, trabajando con empresas líderes, dando soporte a proyectos de relevancia y usando metodologías propias, con la convicción que la tecnología no es suficiente sin una buena gestión gerencial que alinee los recursos humanos y la conservación del medio ambiente que nos sostiene.

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