El futuro de los jóvenes de hoy radica en su poderosa energía para, con su iniciativa, revertir la crisis ambiental.
«Convertid un árbol en leña y arderá para vosotros, pero no producirá flores ni futos para vuestros hijos .”
La oficina de las Naciones Unidas para la Reducción de Riesgos de Desastres, UNDRR, reportó que en lo que va de siglo y derivado del cambio climático hubo un aumento de 40% y estima que en el 2030 se producirán ¡1.5 desastres cada día!
Organizarnos y actuar ¡ahora! para devolverle al ambiente su vitalidad y equilibrio es impostergable; la gobernanza de riesgos para evitar que el entorno de nuestros descendientes y familiares esté sometido a la zozobra, desastres cada vez más intensos que limitarán su calidad de vida y posibilidades de progreso.
Son 4.000 millones de jóvenes, la mitad de la población mundial comprendida en edades entre los 5 y 40 años de hoy, quienes al asociarse reúnen un potencial energético inmenso; y si se esfuerzan por alinearlo hacia la recuperación del ecosistema, podrán disfrutar de una vida equilibrada y segura cuando en 2040 sean personas adultas en el rango de 25 y 60 años.
Sus posturas, actitudes y acciones del ahora para enfrentar una crisis que hoy apremia por respuestas concretas, forjarán su propio escenario/destino para ese entonces, el cual reflejará el nivel de valentía que supieron asumir oportunamente para evitar el cambio irreversible del clima del planeta que ha sido pronosticado.
Alineando las potencialidades de la juventud.
El empeño e interés por desarrollar una conciencia colectiva en la población más energizada del mundo actual, los jóvenes, representa la medicina acertada para sanar el ambiente.
Si se percatan de que disponen de inmensas cantidades de energía para resolver el problema ambiental, la recuperación del ecosistema se volverá una realidad, pues el poder de la mente de millones de jóvenes y de quienes los acompañamos, estará centrado en el convencimiento de que lo vamos a lograr, una fortaleza evolutiva que ha acompañado el progreso de nuestra especie.
Mas que hacer un diagnóstico de las bondades o limitaciones del comportamiento de la juventud actual cuya respuesta no es nada sencilla, lo procedente es alinear la vasta cantidad de energía que ellos representan con las soluciones correctas para producir el cambio que se necesita, el escenario que, de lograrse, les permitirá disfrutar de muchos años de vida para seguir evolucionando con las ventajas que ha cosechado la civilización humana.
La comunidad mundial ha concentrado su esfuerzo colectivo en las pautas generales de acción de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21, Paris 2015), el decidido propósito por recuperar el planeta y retornarle sus condiciones estables de funcionamiento. El sentido común que nos invita a participar y colaborar para que estas metas escalonadas se vayan alcanzando, el aporte energético de los habitantes actuales de este planeta y su legado a los que seguirán llegando después de nosotros.
Aplicando las leyes de la energía a la solución del problema ambiental.
La energía del universo busca generar resultados evolutivos que la conserven, transformándola en algo más útil que opere ordenadamente.
El empeño humano ha incorporado tecnologías novedosas en los pasados dos siglos, resultados que hemos aprovechado, aunque despilfarrando tanta energía en el desorden generado, que dañamos el ambiente y arriesgamos nuestra sobrevivencia.
Han sido cantidades importantes de energía universal adicionadas al funcionamiento de la sociedad, aunque sin el esfuerzo suficiente de nuestra parte para reordenarla y poderla manejar con equilibrio.
Originamos tres problemas que convergen en el mismo y único resultado, el desastre ambiental: crisis climática, destrucción de la biodiversidad y polución generalizada, tres ingredientes tóxicos que siguen limitando la accesibilidad a las condiciones que necesitamos para vivir con seguridad en este planeta.
Los jóvenes de hoy son depositarios de la energía para detener los procesos destructivos de nuestro hábitat y también para lograr un crecimiento económico que sea, a la vez, amigable con el ambiente.
Tienen en su desempeño el control de su huella de carbono personal utilizando energías renovables, moderando el consumo, eliminando lo no reciclable y protegiendo la fauna y flora de la naturaleza.
Es potestad y dominio de los jóvenes de hoy, la mitad de la población mundial, la instrumentación de las cuatro estrategias que hemos comentado en artículos previos: 1) sobrevivir y operar asociadamente, 2) actuar con reciprocidad con el ambiente, 3) alinear las energías personales con las de los demás, y 4) la gobernanza de la sociedad atendiendo además de lo económico, lo social y lo comunitario.
Con el exceso de información que manejamos y su dudosa calidad nos estamos desvinculando de los procesos colectivos acertados, que soportados en el conocimiento y alineados con las leyes de la energía, dirigen la evolución humana.
La tendencia hacia el aislamiento alrededor del teléfono celular y las redes sociales, donde sentimos que en la web cualquiera y de forma aislada puede encontrar soluciones mágicas para cuidar el ambiente, lo debemos combatir aprovechándonos de esas mismas tecnologías, aunque vinculándolas con la información correcta, compartida con los demás para analizarla, criticarla y poder negociar colectivamente soluciones realistas y factibles a la crisis ambiental.
Si la mayoría de los jóvenes alinean sus esfuerzos, utilizan el potencial de conocimientos que la humanidad ha acumulado en los sistemas de información y aplican las leyes de la energía con asertividad, no hay la menor duda de que tanta energía reunida y bien orientada generará un ambiente sano y agradable donde poder progresar y llevar una vida estable y productiva.
¡El futuro está siendo escrito por las acciones de los jóvenes de hoy, el planeta del 2040 será el resultado de su propia creación y gestión!
¡Hagamos el cambio!
“La tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos.”